La historia de la creación del proceso fotográfico es realmente curiosa. De forma general, diríamos que fueron Talbot y Daguerre sus creadores. Pero, ¿Fueron realmente ellos los primeros creadores del positivado fotográfico? 

Pues bien gracias a 600 francos la historia de la fotografía, en uno de sus hitos más importantes, se vio cambiada.

Hippolyte Bayard nació en 1801 en el pueblo francés de Breteuil-sur-Noye. Al trasladarse a Paris, entró en el Ministerio de Hacienda, donde permaneció toda su vida.

La verdad es que no se sabe con exactitud cuándo empezó a interesarse por la reacción química de la luz, pero para el año 1837 ya encontramos evidencias de sus experimentos. Cuando Dominique François Jean Arago dio a conocer los resultados de los trabajos de Daguerre, el 7 de enero de 1839, Bayard redobló sus esfuerzos y en menos de un mes logró unos resultados bastante esquemáticos y satisfactorios. Eran unos negativos en papel bastante parecidos a los de Talbot en Inglaterra. Pero al contrario que Talbot, Bayard no hizo positivos por contacto a partir de los negativos. En lugar de eso, al ver que el proceso de Daguerre era positivo, se empeñó en producir positivos directamente sobre papel.

Lo logró, hacia en 20 de marzo de 1839, y de una forma muy ingeniosa: después de preparar el papel en una solución de cloruro de plata, dejó que la luz lo ennegreciera y lo volvió a sensibilizar con una solución de yoduro de potasio. Expuso entonces el papel en la cámara, lo fijó y lo lavó. La luz blanqueo una imagen positiva en el papel negro. El tiempo de exposición de las primeras exposiciones llegaban a durar hasta una hora, pero este lo llegó a reducir hasta unos 12 minutos.

Bayard mostró sus primeros resultados al famoso físico J.B. Biot y al propio Arago. Arago se alarmó un poco al ver los magníficos resultados de Bayard ya que podría hacer sombra a los conseguidos por el propio Daguerre, de quien era padrino y con el que estaba a punto de conseguir una subvención.

Arago preocupado porque la noticia de otro invento desviara el interés del público por el trabajo de Daguerre, convenció a Bayard para mantener su descubrimiento en secreto. Dicen las ‘malas lenguas’ que 600 francos para la compra de un nuevo objetivo tuvieron la culpa. Bayard era un funcionario mal pagado y tirando a tímido, y aceptó la oferta de Arago.

Tras la publicación del invento de Daguerre en agosto de 1839, Bayard no pudo obtener reconocimiento oficial ni recompensa alguna. Siendo una de las razones que hasta febrero de 1940, casi 6 meses después de Daguerre, no publico los detalles de su proceso, y para entonces la gene ya estaba familiarizada con los inventos de Talbot y Daguerre.

Como protesta contra la indiferencia oficial ante su descubrimiento, Bayard se hizo un extraño autorretrato en octubre de ese mismo año. En el que posaba, con un macabro sentido del humor, como un cadáver y con el texto debajo: “El cadáver que están viendo es el del señor Bayard, inventor del proceso que se les acaba de mostrar. Este infatigable inventor se ha pasado cerca de tres años perfeccionando su descubrimiento.”

Como fotógrafo, Bayard era mucho más completo que Talbot y Daguerre. Sus paisajes, bodegones y estudios arquitectónicos revelan una inteligencia compositiva y un sentido de la escala notable. Fue el primero en realizar una exposición publica de fotografias y fue miembro fundador de la Societé Française de Photographie, donde actualmente se conservan la mayor parte de sus fotografías y trabajos. Pero lastimosamente para el gran publico nunca será reconocido como el inventor de la fotografía.

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