Hoy en 120Lomo tenemos el placer de hablar sobre fotografía y fotoperiodismo con Luis Soto, fotógrafo guatemalteco afincado en Madrid y con una larga trayectoria en el fotoperiodismo.
Luis también nos presenta su trabajo “Tierra de nadie” realizado en analógico con la fantástica Holga 120N, donde nos muestra un retrato lleno de fuerza y sorpresa de la cotidianidad de un país. Con «Tierra de nadie» Luis pone de manifiesto, al margen de un talento fotográfico excepcional, la explosividad que ofrece la Holga 120N al estilo de otros grandes como Daniel Burnett o Michelle Bates.
Hablamos de sus comienzos, del panorama fotográfico en Guatemala y de la situación actual del fotoperiodismo.
¿Qué te impulsó a ser fotógrafo/a?, cuéntanos sobre tus inicios en la fotografía.
Me inicié en la fotografía porque necesitaba estar ocupado. Tenía 19 años e iniciaba mi primer año de medicina, pero a mitad de curso reconocí que no podía seguir estudiando, la carrera era muy compleja. Para estar ocupado en algo, tomé clases de pintura. Empecé con pintura al óleo, pero me frustraba muchísimo porque no tenía paciencia para esperar a que los colores se secaran. Para poder pintar, mi tío me prestó su cámara, una Pentax K1000, y me dio unos consejos súper básicos, gasté un carrete y lo llevé al laboratorio para revelar, hacer copias y así poder dibujar y pintar. En ese proceso de imagen y pintura, un amigo me dijo que era mejor fotógrafo que pintor, y eso me motivó a tomarme en serio la fotografía.
En Guatemala, serían años 2000, no existían escuelas de fotografía, solo algunas clases en las carreras de Periodismo, Arquitectura y Diseño, pero eran clases de un semestre y yo quería mas. Busqué información para poder estudiar fuera de Guatemala, pero era demasiado costoso para mis posibilidades. Me llegó información de un curso técnico de iniciación de fotografía, que se hacía en Ciudad de Guatemala, y lo realicé. Era un curso muy básico, donde aprendí y me enamoré del proceso químico.
¿Cuál fue tu primera cámara?, cómo era tu primer equipo fotográfico.
Mi primera cámara fue una Vivitar v3800n con un objetivo 28-70mm, la compré para realizar el curso técnico en el año 2002. En ese año también inicié mis estudios de periodismo en la universidad San Carlos de Guatemala. Luego con los años compre una Nikon n55.
Después de más de 10 años de trabajo profesional, tanto en Guatemala como en colaboración con agencias internacionales, cómo fueron tus inicios en el ámbito profesional.
Estudiando periodismo un amigo me comentó que había una plaza de fotógrafo en el diario elPeriódico y decidí ir con una carpeta a presentarme, era 2004. El acuerdo que conseguí fue hacer fotos de sociales de manera gratuita y ellos me darían un carrete a la semana para cubrir seis actividades y se encargarían del revelado. Así pasé un año, hasta que conseguí un contrato por Q1.500, que en la actualidad serían160€ al mes.
Llegó la transición a lo digital y tuve que vender todo mi equipo analógico, así como el pequeño laboratorio que tenía en mi habitación. Mi primera cámara digital fue la Nikon D100. Pasé a formar parte de la plantilla de noticias en 2009.
Mi primera colaboración internacional fue para EFE, ya que conocía al fotógrafo de la delegación y le gustaba mi trabajo. Él me preparó para trasmitir por FTP y realizar con exactitud los pies de foto. Mi primera foto vendida internacional fue el 10 de diciembre 2009, cuando la gobernadora de Canadá llegó a Guatemala y visitó el Congreso de los diputados.
Tuve el gran privilegio de formarme en elPeriódico. Su línea editorial era genial y se proponía arruinar cada mañana el desayuno a los políticos. Además, contábamos con la libertad de cubrir temas y proponer imágenes. Mi editor era Moisés Castillo, quien también era fotógrafo de AP, y él nos permitía vender imágenes a las agencias. En 2011 viajé a Buenos Aires, donde participé en el Foundry Photojournalism Workshop y asistí al taller «El alma de la narración» por Michael Robinson Chavez y Alex Kornhuber. Además, en ese viaje realicé un curso técnico llamado «Pensamiento y Fotografía», a cargo de Bruno Dubner en el Centro Cultural Rojas.
Al volver a Guatemala volví a formar parte de la plantilla de elPeriódico y comencé a colaborar como freelance para la agencia AFP, durante un año. En 2013 dejé de elPeriódico para trabajar como editor y fotógrafo para la revista Contrapoder y también pude ser STR para la agencia AP, con quien trabajé durante cinco años, hasta que en 2018 me vine a vivir a España. Mi última cobertura en Guatemala fue ser pool para la visita del vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence por el tema de la separación de niños y sus familias por parte de las autoridades migratorias de Estados Unidos.
En agencias aprendí a tener una mirada más internacional de los temas, a responder a la inmediatez y buscar la precisión de la imagen, así como a afinar la edición.
¿Con que equipo trabajas actualmente? ¿Y cómo definirías o encajarías tus trabajos fotográficos?
Actualmente trabajo con Canon y con ópticas fijas, llevo un 24, 35, 50 y un 200mm, con eso hago todo mi trabajo. Trato que mis trabajos personales encajen en la noticia y la actualidad.
Trabajos como, «Tierra de Nadie», tienen un marcado componente social y de denuncia. ¿Cuál crees que es la principal misión del fotoperiodismo social? ¿Cómo ves la fotografía como herramienta de generación de conciencia?
El fotoperiodismo social tiene una gran carga de denuncia social, pero también tiene una carga de responsabilidad hacia la historia y el lector, teniendo como bastión la credibilidad y veracidad, principios que en estos tiempos son más necesarios que nunca. La fotografía ha podido cambiar políticas migratorias, como en EE.UU., y poner atención sobre las condiciones de vida de los más vulnerables. Pero creo que en la actualidad hay tanta distracción que cada vez es más complejo el camino del mensaje.
¿Crees que el actual fotoperiodismo está realizando su labor, o simplemente es una herramienta más del clickbaiting?
Estoy en una delgada línea del optimismo, pero me gustaría creer que el fotoperiodismo siempre tendrá un espacio para publicar y ser pagado. La crisis va más al modelo económico de los medios de comunicación y en esa desesperación han puesto como carne de cañón a la imagen y las historias, cuando deberían de cuidarlas más y hacer una diferencia en la apuesta por el fotoperiodismo.
El fotoperiodismo siempre dará de qué hablar a la opinión pública y especialmente en las redes sociales. El caso más reciente es la imagen de la chica de Cruz Roja abrazando a un migrante en Ceuta. La imagen es súper potente y cumplió su labor, el problema es que todos tienen una opinión desde el sillón de su casa o detrás de un móvil. Ahí esta el negocio, cuando el medio se aprovecha de la controversia para salir a flote en vez de buscar a los protagonistas y dar un buen contenido a sus lectores.
Háblanos sobre tus referencias fotográficas, tanto pasadas como del actual panorama fotográfico.
Mis referencias son muchas y diversas: Larry Towell, Koudelka, Matt Black, Alec Soth, Robin Hammond, Darcy Padilla, María Cristina Orive, Miquel Devendra Plana, Elliott Erwitt, Bruce Gilden, Pablo Ortiz Monasterio, Graciela Iturbide. En la línea de Holga me encanta el trabajo de David Burnett y Thomas Alleman.
Como sabes, nuestra web tiene mucho apartado de analógico o de fotografía química, ¿Cómo descubriste las cámaras lomo, como la Holga 120, que usaste en «Tierra de Nadie»? ¿Sigues utilizando material analógico?
En el 2008 una gran amiga guatemalteca, Paula Morales, me presentó su cámara Diana y me comentó sobre la lomografía, así que investigué y llegué a dar con la Holga 120N. Fue amor a primera vista. Después de muchos carretes logré encontrar mi estilo, cerrando cualquier entrada de luz, sabiendo mis distancias de enfoque y cómo colocarme ante la luz. Así que me la llevaba a las coberturas diarias del periódico: era una cámara menos pesada y generaba un archivo propio. Al cabo del tiempo vi que había buen material y bajo esa conciencia empecé a generar el proyecto, que me llevó 9 años.
Soy un romántico de lo analógico y sigo trabajando con ello, siempre la Holga 120N, y por momentos con una Rolleicord, una Canon demi ee17 y hace poco compré una Canon Eos1N con la que puedo usar mi óptica digital.
¿Qué es una buena fotografía para ti?
Una buena foto para mí es la que me pregunta como espectador, la que me genera más dudas sobre lo que está pasando dentro del cuadro.
Explícanos un poco como abordas tus trabajos de autor. (Preparación, planteamientos, mensaje, post-producción)
Reconozco que he construido mis trabajos sobre la marcha o, como en los últimos años, a partir de una idea que poco a poco iba tomando forma. Tierra de Nadie es un gran retrato de país donde existen personajes que, a través de la historia, tienen una gran relación con el conflicto armado. Pese a que el conflicto ya terminó, duró 36 años, actualmente sigue teniendo una huella relevante en la política y social del país, las heridas siguen abiertas. Las comunidades indígenas afectadas siguen teniendo los mismos problemas y necesidades. En mi casa nunca se habló del conflicto, la firma de la Paz fue en 1996, cuando tenía 14 años. Con mis inquietudes y mi trabajo como fotógrafo conocí la realidad del país y desarrollé mi conciencia crítica y ahí vi la oportunidad de poder contar la post guerra, que sí me ha tocado vivir.
Hace poco, a raíz de un artículo sobre Sebastiao Salgado, hicimos un mínimo repaso sobre la actualidad fotográfica en Sudamérica, ¿Cómo es el panorama fotográfico actual en Guatemala?
Para poder hablar del panorama actual hay que hablar del pasado y entre los fotógrafos que han sobresalido están María Cristina Orive, Luis González Palma, Daniel Hernández, Julio Zadik.
Hay que recordar que no existían escuelas de fotografía y los fotoperiodistas aprendíamos de los fotógrafos extranjeros que llegaban al país, y también nos formábamos en la calle, como fue mi caso y el de grandes fotógrafos como Moisés Castillo, Sandra Sebastián, Johan Ordóñez, Alex Cruz, Esteban Biba y Santiago Billy que actualmente están haciendo grandes trabajos.
Por otro lado hay fotógrafos como Andrés Asturias, Byron Marmol, Juan Brener, Andrés Vargas , Clara de Tezanos y Luis Corzo que han hecho y están haciendo trabajos de autor muy interesantes.
Ya existen escuelas de fotografía, aunque ninguna tiene fotoperiodismo como especialización, pero hay que reconocer que hay muy pocos medios que publiquen o paguen por el trabajo.
Por otro lado, dada tu actual residencia en Madrid, ¿Cómo ves el panorama fotográfico en Madrid y en España? Y ¿Cómo está la situación profesional para los fotógrafos freelance?
Es complejo ser freelance y más si no te conocen o no conocen tu trabajo. Es un sector muy competitivo, lo que por una parte es bueno porque te reta a buscar historias no contadas. Pero hay muchísimos grandes fotógrafos y trabajos muy interesantes y comprometidos.
Nos puedes contar algo sobre tus futuros proyectos.
Estoy muy interesado en temas sencillos que, pese a ser cotidianos, todavía me sorprenden como migrante. Por dar un ejemplo, la relación de la ciudadanía con el bar, la relación con la bandera de España, que me sigue impresionando como marca de país. Me interesa el tema migratorio y la construcción de la identidad, proceso que estoy viviendo. El verano es un gran tema, en mi país no conocía las vacaciones ni este concepto de «verano» donde todo queda en pausa.
¿Cuál sería tu consejo para alguien que quiera empezar en fotografía?
Curiosidad, mucha curiosidad, que haga un esfuerzo en intenten usar analógico, que prueben unos carretes. Creo que es un ejercicio para apreciar la creación de la imagen porque cada cuadro es dinero. También recomiendo tener referentes, descubrir autores y conocer sus procesos gráficos.
Desde 120Lomo agradecemos enormemente la oportunidad que nos ha brindado Luis para presentar su trabajo y compartir con nosotros su larga experiencia como fotoperiodista, y esperamos que esta sea la primera de muchas visitas y presentaciones de su trabajo en nuestro espacio.