Diane Arbus es de esas artistas que remueven nuestros sentimientos y conciencias. Esta fotógrafa estadounidense tuvo que esperar a su muerte para que su talento fuera reconocido. Una genialidad desarrollada en el mundo de los miedos, las curiosidades y la marginalidad. Diane Arbus es la fotógrafa que supo transformar profundamente el concepto de belleza, distinto a lo que sus contemporáneos consideraban, simplemente, lo peor del ser humano.
Toma nota: la belleza no siempre se adapta a los cánones establecidos. Esta frase parece extraída directamente de la mente de Diane Arbus (1923-1971), la hija de un matrimonio judío adinerado cuyo ADN familiar estaba marcado por el talento. Esto explica que Diane destacara como una excelente pintora y demostrara, desde bien niña, su especial sensibilidad para plasmar sentimientos a través de los pinceles.
Todo apuntaba a que su vida estaba destinada a desarrollarse entre acrílicos, pero conoció a Allan Arbus, que desvió su talento hacia el mundo de la fotografía. Se convirtió en su esposa y compañera de trabajo para Vogue, Esquire o Harper’s Bazaar.

Diane Arbus - Fotografa
Un curso con la fotógrafa austriaca Lissete Model hizo que Diane Arbus diera un giro de 180 grados a su vida. Se divorció de su marido, abandonó el mundo de las pasarelas y la moda y desvió su mirada hacia los barrios más pintorescos de Nueva York. Este fue el primer paso de la creación del mito de Diane Arbus, un mito que se alzó en el Olimpo de los Dioses Fotográficos, después de su suicidio, en 1971.
El mundo grita no, Diane Arbus dispara una fotografía.

Diane Arbus - Fotografa
La tragedia, la marginalidad, lo extraño o lo freak, en una conjunción perfecta con la vida, marcan la trayectoria profesional (muy ligada a su vida personal) de Diane Arbus. Sigue los dictámenes de su mentora Model, que supo encontrar en la dureza vital su modus operandi. Esto explica que Arbus encuentre en los barrios marginales de Nueva York su fuente de inspiración. Los defectos físicos, como el enanismo, el gigantismo o las vidas de los bajos fondos de prostitutas o clientes de burdel, fueron los ejes vertebradores de su obra y los dotó de un sentimiento de simpatía y cariño hacia los protagonistas de sus historias. Un sentimiento que no emana de la expresión de los retratados (cuando menos, dura, repulsiva y escalofriante), sino de la visión de la fotógrafa que abandonó los 35 mm en pro del formato medio de 2 ¼ pulgadas, con el que consiguió ese equilibrio entre dolor y belleza. Eso sí, una belleza como antes nadie se había atrevido a clasificar.
Algo que solo unos pocos habían conseguido y que Diane Arbus trasladó al público masivo después de su muerte, cuando el MOMA le dedicó una retrospectiva y colocó su obra en la cúspide de la fotografía del siglo XX.

¿Qué te parece este reconocimiento algo tardío?

Diane Arbus - Fotografa

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