Berenice Abbott es recordada como una de las fotógrafas más independientes, decididas y respetadas del siglo XX.

Nació en Springfield (Ohio) el 17 de julio de 1898, en el seno de una familia problemática de clase media baja. Según relató la propia Abbott su infancia fue solitaria e infeliz. El divorcio de sus padres le llevó a separarse de sus tres hermanos mayores. Desde muy pequeña Abbott, demostró un carácter muy decidido e independiente rozando lo difícil, ella misma se describió como “una niña que se puso muy difícil desde bien pequeña”. Desafiando los deseos de su madre, en verla casada y ejerciendo de maestra, se matriculó en la Ohio State University (OSU) en Columbus para estudiar periodismo, hablamos del año 1917. Ávida lectora, disfrutaba acercándose a nuevos pensamientos, a nuevas ideas y en poco tiempo en la universidad empezó a relacionarse con un grupo de estudiantes de mayor edad, con ideas modernistas y pensamiento de izquierdas.

© Berenice Abbott

Un año después de matricularse en la Ohio State University, Abbott decide aceptar la invitación del grupo de amigos universitarios con los que se relacionaba, en especial de su amiga Sue Jenkins, y opta por mudarse a Nueva York abandonado sus estudios de periodismo, al verse decepcionada por un sistema universitario vetusto y lejano a los pensamientos modernistas que le interesaban.

Sus primeros años en Nueva York, no fueron fáciles. Sobrevivió a la mal llamada pandemia de ‘la gripe española’ del 1919. Tuvo diversos trabajos temporales, mientras se interesaba por la escultura. Su círculo de amistades en Nueva York, estaba formado por artistas y escritores de la vanguardia neoyorkina y mundial, como los escritores Eugene O’Neill y Djuna Barnes, o los artistas Man Ray y Marcel Duchamp , la baronesa von Freytag-Loringhoven.

© Berenice Abbott

Abbott se dio cuenta de que no sería capaz de ganarse la vida con la escultura en Nueva York, y decidió probar suerte en París. Su carácter decido, le llevó sin apenas pensarlo a trasladarse a un artístico París, con la esperanza de que su carrera en la escultura floreciera, cosa que no pasó. Su amigo Man Ray, se mudó un año después también a París, y ante la imposibilidad de vender su obra vuelve a la fotografía abriendo un estudio para ganarse la vida haciendo retratos.

Aunque Francia fue el lugar del nacimiento de la fotografía, sorprendentemente había pocos fotógrafos que trabajaran, hecho que hacía que a Man Ray le costara encontrar un buen asistente de cuarto oscuro. Preguntó a Abbott que estaba a la búsqueda de trabajo, y aunque no tenía ni la más mínima experiencia en fotografía, era lo que Man Ray andaba buscando alguien sin conocimientos de fotografía que pudiera moldear y moldear a su estilo y manías.

Inicialmente, Abbott no tenía ningún interés en la fotografía más allá del propio trabajo, y únicamente tenía la intención de convertirse en una buena asistente de cuarto oscuro. Pero como pasa con la fotografía, y nos ha pasado a todos, empezó a engancharse. A disfrutar del proceso fotográfico. Y a entender la fotografía como un medio de expresión artística pura.

“Para mí, la fotografía es un medio, quizás el mejor medio de nuestra era: ampliar el conocimiento de nuestro mundo.

La fotografía es un método educativo para familiarizar a las personas de todas las edades y condiciones con la verdad sobre la vida actual.”

© Berenice Abbott

Por su cuenta, comenzó a trabajar más horas para perfeccionar sus técnicas en el cuarto oscuro. Man Ray no le enseñó todas sus técnicas fotográficas, pero si le alentó a que investigara por su cuenta, enseñándole el manejo básico de la cámara. Abbott comenzó a realizar retratos de sus amigos, y sorprendentemente desde el principio con un resultado muy bueno, mejor incluso de lo esperado por ella misma. Viendo que su trabajo no era nada malo, decidió incluso que podía cobrar por el mismo.

Su instinto artístico con las imágenes fotográficas era natural. La clientela de Abbott creció rápidamente. La relación de Abbott y Ray empezó a verse afectada. Abbott pagaba a Man Ray por el material que usaba del estudio de este, y su desmedida emergente pasión le llevó a incluso pagar más de lo que ingresaba. Esto tensó mucho la relación hasta el punto en el que Abbott decidió montar su propio estudio de retratos abandonando así a Man Ray.

‘… Él cambió toda mi vida; él era la única persona para la que trabajé y estaba extremadamente agradecida de tener un trabajo, de tener la oportunidad de aprender…’

Su reputación creció rápidamente. Los clientes se hicieron amigos y Abbott pronto tuvo tanto o más negocio que el propio Man Ray. El 8 de junio de 1926, Abbott realizó su primera exposición individual en la Galería Jan Slivinsky titulada, ‘Portraits Photographiques’. La exposición recibió excelentes críticas.

© Berenice Abbott

Abbott no solo le interesaba la práctica la fotografía de retrato en estudio, sino que también como Man Ray compartía el interes por una emergente fotografía documentalista y sociológica, como la realizada por fotógrafo francés Jean Eugène Auguste Atget. Abbott comenzó a visitar al fotógrafo francés en su estudio familiarizándose con sus obras y sus métodos de trabajo. Se sintió atraída por sus fotografías realistas de París y sus alrededores. El impacto de las fotografías de Atget en Abbott fue inmediato: “Hubo un repentino destello de reconocimiento: la conmoción del realismo sin adornos”. El trabajo de Atget destacaba por que nunca se entrometía entre el sujeto y el observador (el mismo) ni manipuló jamás sus fotografías. Su estilo documental directo influyó en el enfoque de la propia Abbott y esto se vio reflejado posteriormente a la hora de fotografiar la ciudad de Nueva York y la vida estadounidense en el Medio Oeste y en la Costa Este.

Con la muerte de Atget, en Agosto del 1927, Abbott sufrió un gran golpe emocional. Atget nunca abandonaría el corazón o la mente de Abbott. Un viejo amigo de Atget, Andre Calmettes, había adquirido su colección fotográfica, unos 1500 negativos de placas de vidrio y 8000 impresiones originales. Abbott, luchó febrilmente para adquirir la colección de Calmettes. Le tomó más de un año de correspondencia, y hasta que finalmente Abbott convenció a Calmettes de que ella debía de ser la encargada de cuidar y archivar las imágenes y negativos de Atget. Abbott no solo se preocupó por la colección de Atget, sino que a lo largo de su vida, trabajó para obtener el merecido reconocimiento por el trabajo del fotógrafo francés. Eugène Atget es ahora reconocido como uno de los mejores fotógrafos de todos los tiempos, y en gran parte es debido al tesón y compromiso de Abbott.

© Berenice Abbott

En 1929, Berenice Abbott decidió regresar a América, regresó a Nueva York en Febrero de 1929. La ciudad había crecido enormemente. Indudablemente influenciada por Eugène Atget, quien había fotografiado el viejo París, el primer pensamiento de Abbott fue “el viejo Nueva York” debe ser fotografiado desde todos los aspectos, ‘Changing New York’.

Abbott abrió un estudio de retratos en el Hotel des Artistes. Pronto, algunos de sus retratos e imágenes de la ciudad se publicaron en revistas como Vanity Fair, The Saturday Review of Literature, Saturday Evening Post, Theatre Guild Magazine y Fortune.

Desafortunadamente, Abbott pronto se dio cuenta de que no tenía el dinero suficiente para realizar su proyecto ‘Changing New York’ y conseguir financiación empezaba a ser difícil debido al comienzo de la Gran Depresión, pero esto no la va a parar. Como ya hemos dicho Abbott era una mujer luchadora y muy decidida, y envió una propuesta a la FAP (Federal Art Project), un programa del gobierno en tiempos de la Gran Depresión destinado a artistas y trabajadores desempleados del mundo de la publicidad, diseño gráfico, ilustración, fotografía y edición.

Mientras esperaba una respuesta, Abbott tuvo la oportunidad de impartir un curso de fotografía en la Nueva Escuela de Investigación Social. Para el verano de 1935, Abbott no había tenido noticias de la FAP, la escuela no comenzaba hasta el otoño, por lo que Abbott y su amiga Elizabeth McCausland decidieron hacer un viaje por carretera para fotografiar la América rural.

En Septiembre de 1935, recibió finalmente los fondos para su proyecto. Le aprobaron 145 dólares al mes, total libertad artística y le dejaron un Ford Roadster. Casi tras diez años de documentar Nueva York, las imágenes finalmente se publicaron en el libro ‘Changing New York’.

© Berenice Abbott

Una vez terminado el ambicioso proyecto de fotografiar Nueva York, Abbott se centró en publicar el que hoy en dia se considera un clásico de las publicaciones fotográficas, A Guide to Better Photography (Guía para una mejor fotografía). Este trabajo fue revolucionario ya en su época. Publicado en 1941, no solo es una guía para obtener buenos resultados en las fotografías, sino que proporciona una visión de los puntos de vista artísticos y técnicos de una de las mejores artistas fotográficas del siglo XX. El libro fue un completo éxito y fue reimpreso hasta mediados de la década de 1950.

Varios proyectos fotográficos menos importantes consumieron la última parte de la vida de Abbott. Trabajó en un proceso de iluminación especialmente diseñado, al que llamó Fotografía de proyección. En la invención y patente de equipos relacionados con la fotografía.

© Berenice Abbott

Abbott se retiró a Maine, donde había adquirido una casa, a finales de la década de 1950. Berenice Abbott nunca se casó y no tuvo descendencia, con lo que su legado quedó truncado tras su muerte.

Los logros de Berenice Abbott son posiblemente los más amplios de los conseguidos por cualquier otro fotógrafo/a de la historia en la fotografía estadounidense. Berenice Abbott fue incluida merecidamente en el Salón Internacional de la Fama y el Museo de la Fotografía en el año 2000.

Berenice Abbott

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.