Joaquin Pla Janini, la fotografía de pre-guerra

Joaquin Pla Janini es una de las figuras más sobresalientes de la fotografía catalana de la pre-guerra. Nacido en Tarragona empezó a practicar la fotografía a los catorce años. Estudió medicina y llegó a hipotecar su sueldo para comprarse su primera cámara fotográfica. Comenzó a realizar paisajes, reportajes de la vida rural de Campodrón, donde residió por un tiempo, y se hizo miembro de la Agrupación Fotográfica de Cataluña en 1923, ocupando la presidencia por un breve periodo de tiempo. En 1931, renunció a la profesión de médico para dedicar su vida por entero a la fotografía, siempre desde el amateurismo más puro.

En un principio Joaquin Pla Janini, se valió de los procedimientos de simple bromuro, fresson y bromóleo en sus trabajos. Más adelante descubre en una exposición en Barcelona el procedimiento del “bromóleo transportado” que adopta inmediatamente y práctica ininterrumpidamente durante casi 70 años. Joaquin Pla Janini, llegaría a convertirse en una auténtico maestro de esta técnica, una de las más difíciles que haya existido nunca. En una ocasión escribió una nota sobre una reproducción de un negativo obtenido en el puerto de Barcelona: “Los cipreses y parte del agua son de la Bisbal, provincia de Girona”. Esto da una idea de las posibilidades que ofrece esta técnica fotográfica, que permite obtener resultados infinitamente variados, contando con una intervención personal del fotógrafo prácticamente ilimitada.

En la técnica de “bromóleo transportado”, se parte del cliché del fotógrafo como matriz y se obtienen pruebas sobre papel de dibujo. La prueba muy rebajada es tratada al pincel con tintas grasas. Determinadas partes de la fotografía se dejan pálidas o se intensifican, a criterio del fotógrafo. Luego se utiliza el original como si se tratara de un cliché. Mediante el tórculo se obtienen cuantas reproducciones se quieran y todavía se puede pintar de nuevo la prueba matriz y someterla de nuevo al tórculo, imprimiendo de nuevo las anteriores reproducciones. Con esta complicadísima técnica fotográfica se obtienen reproducciones con una enorme riqueza en tono y calidad que influyen notablemente en la expresión emocional de la imagen.

Pla Janini puede contarse entre la media docena de fotógrafos que llegaron a practicar esta compleja técnica. Ello le convierte en una de las grandes personalidades artísticas que han marcado época, como lo hicieron J. Ortiz Echagüe, Claudio Carbonell, Manuel Cora Boser, etcétera, en el campo de la fotografía pigmentaria. Con ellos termina la época de los “fotógrafos alquimistas” que se preparaban sus propias emulsiones fotosensibles y los instrumentos fotográficos, dando paso a la época del automatismo y los productos industrializados a gran escala que fijan la imagen sin apenas intervención manual.

Joaquin Pla Janini amaba estos viejos procedimientos. Para él en la fotografía hay algo más que el viejo eslogan: “Apriete usted el botón, nosotros hacemos el resto”; frente a la fotografía que intenta plasmar una idea y cargar el acento sobre el valor documental, estos auténticos “aficionados” optaron por procedimientos en los que era posible una mayor libertad interpretativa. A través de las calidades de materia y empaste, los efectos de claroscuro y contrastes de la luz, era posible imprimir un sello muy personal a la obra, investigar formas de expresión hasta eliminar la materia y dar paso al espíritu del tema tratado. Solo así es posible transmitir la emoción de las impresiones, como explicó el mismo cuando dijo: “nuestras fotografías son hijas de un esfuerzo tan personal que al momento los aficionados adivinan el nombre del autor”.

Joaquin Pla Janini ha sido definido como el último fotógrafo romántico. En sus obras intenta añadir al cliché, con el sentimiento y el espíritu, algo que éste no registra. Por su tratamiento, sus obras han sido comparadas muchas veces a los aguafuertes.

Joaquin Pla Janini realizó numerosas exposiciones por ciudades españolas y recibió números premios como la Medalla de Oro Internacional de Salzburgo. Ya casi al final de su vida tuvo que abandonar su actividad fotográfica por falta de los materiales adecuados. Murió a los 92 años dejando tras de sí una obra excepcional, entendiendo la cámara fotográfica como algo más que un mero instrumento de transcripción visual.