Una de las mayores limitaciones de la fotografía es la derivada de tener que mostrar un objeto tridimensional utilizando un medio bidimensional, como es un trozo de película fotográfica, una impresión en papel o simplemente un archivo de imagen. No obstante, cuando contemplamos una fotografía, no solemos experimentar gran dificultad a la hora de percibir la profundidad y la forma de los objetos contenidos en la misma. Esto se debe a que siempre hay claves que nos ayudan, y una de las más importantes es la perspectiva, y más concretamente, la perspectiva lineal.

La perspectiva lineal es la que gobierna la forma y tamaño de los objetos en relación con su distancia al punto desde que se contemplan; es decir, el punto de vista.

Otro tipo de perspectiva es la que gobierna la calidad tonal de un objeto en relación con el punto de vista. Se trata de la perspectiva aérea o atmosférica, de la que ya hablaremos en un próximo artículo. Ahora de momento conozcamos lo importante que es en fotografía saber trabajar con la perspectiva lineal. Como fotógrafos cuanto más aprendamos acerca de los trucos de las perspectiva y su utilización, más capaces seremos de crear una sensaciones espectaculares de profundidad tridimensional, añadiendo vigor a nuestras fotografías.

Lineas convergentes

Todo el mundo sabe que, si se mira a una vía del tren desde arriba (una posición de pie) los raíles parecen converger. Los travesaños también parecen empequeñecerse y juntarse. esta aparente convergencia se debe al efecto óptico llamado perspectiva. Resumiendolo un poco, es el hecho de que el objeto más próximo a nosotros siempre nos parece un poco mayor que los situados a lo lejos.

Las vías del tren son un ejemplo sencillo y evidente, pues sabemos que durante toda la vía los raíles están a la misma distancia, pero los efectos de la perspectiva nos acompañan todo el tiempo. Cuando contemplamos una calle por ejemplo, aunque los edificios no sean todos idénticos, parecen proporcionalmente más estrechos y proporcionalmente menores cuanto más lejos estén del punto que nos encontramos. No obstante, debido a que nuestro cerebro recurre a conocimientos y experiencias, modifica la imagen captada por los ojos y nos trasmite la información de que los edificios son del mismo tamaño a lo largo de la calle. Aunque puede saber que es así, no es la imagen recibida por los ojos. El cerebro a traducido la información y ha decidido hacer caso omiso de la perspectiva.

Por tanto, una vez comprobado que nuestro cerebro nos ha estado engañado toda la vida, como fotógrafos deberemos empezar a intentar ver las cosas como las ven nuestros ojos. Como la cámara carece de cerebro, no ignora la perspectiva. Aprendamos pues a fiarnos de nuestra propia vista y menos de experiencias anteriores.

Puntos de fuga

Los denominados puntos de fuga y el propio horizonte constituyen los elementos esenciales de la perspectiva. Si tomamos las vías del tren otra vez como ejemplo, comprobaremos que las lineas parecen converger en un punto que es el más lejano que puede alcanzar las vista y luego desaparecen. Pues bien, ese es el llamado punto de fuga.

En toda fotografía puede haber más de un punto de fuga. No obstante, cualquiera que sea el número de puntos de fuga y cualquiera que sea la dirección en la que se mire, desde el mismo punto de vista todos los puntos de fuga se encontrarán en la misma linea horizontal, más allá de la cual nos es imposible ver nada. Esta linea es el horizonte.

Punto de vista

La posición del horizonte y de todos los puntos de fuga situados a lo largo del mismo dependerá totalmente de nuestro punto de vista. Cambiando el punto de vista modificaremos la posición del horizonte y, por tanto, también de la perspectiva.

La posición “normal” del horizonte es al nivel del ojo; pero si nos elevamos subiéndonos, por ejemplo, a un puente, ampliaremos nuestro area de visión, y el horizonte se modificará. Cuanto más elevado sea nuestro punto de vista, más alto estará el horizonte.

Si bajamos nuestro punto de vista, los objetos a fotografiar parecerán crecer. Por ejemplo, un edificio aparentará más tamaño, dado que sobresaldrá por encima de nuestro nivel normal de visión, dándonos la sensación de estar muy alto en relación con nuestro punto de vista. Por el contrario, si nos situamos muy por encima del edificio, este parecerá una miniatura de si mismo.

La modificación de nuestro punto de vista afecta pues, a la posición del horizonte y altera la perspectiva, que a su vez, gobierna la impresión visual de la escala o tamaño. Con lo cual podríamos deducir, que desde un punto de vista muy elevado, como por ejemplo un helicóptero, se podría fotografiar un gran rascacielos de Nueva York de forma que el resultado pareciese no se mayor que un teléfono móvil. Per nuestro cerebro nos ayuda a ajustar la imagen, primero porque reconoce que se trata de un edificio y también porque todo lo demás guardaría la proporción correcta. Por pequeño que apareciese, el edificio seguirá dominando su entorno.

De modo similar, si fotografiamos un móvil desde un punto de vista muy bajo, podemos llegar a hacerlo tan imponente como un rascacielos.

Empleo de la perspectiva en nuestras fotografías

Elijamos una fotografía y tracemos una cuadricula sobre ella de cuadros de 5 a 10mm, con esta cuadricula veremos con facilidad como actúa la perspectiva en nuestras fotografías.

Dado que esta cuadricula esta compuesta de cuadrados iguales y constantes, podemos comprobar cómo, según se alejan en la distancia los objetos aparecen al mismo tiempo más estrechos y menos profundos (menores). Podremos asimismo averiguar dónde se encuentra el horizonte y, de ese modo, ser capaces de trazar los puntos de fuga.

Todo esto nos ayudará a entender como se representan las escenas tridimensionales sobre la superficie plana de una fotografía. Siempre deberemos intentar sacar el mayor provecho de la perspectiva como elemento de diseño y composición en nuestras imágenes.

Por ejemplo, el empleo de lineas convergentes, que el ojo transmite como indicador de distancia, es uno de los medios más sencillos y eficaces a la hora de dotar a una fotografía de sensación de profundidad.

La inclusión de lineas paralelas que parecen juntarse en la distancia no basta para conseguir una buena fotografía con suficiente profundidad. Hay que elegir un punto de vista desde el que se saque el máximo provecho de este aspecto de la perspectiva. Un punto de vista bajo para transmitir sensación de potencia o grandeza, o bien un punto de vista alto para transmitir aislamiento y lejanía.

En muchos casos cuando fotografiamos edificios, el localizar dos puntos de fuga (evitando la fotografía frontal) son siempre más adecuados si lo que pretendemos es resaltar la tridimensionalidad del propio edificio.

A partir de estos conceptos, nos queda lo de siempre investigar, experimentar, disfrutar y sobre todo fotografiar y nunca dejar de probar nuevos enfoques en nuestras fotografías. Y poco a poco encontraremos nuestro propia visión fotográfica.

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