La verdad es que el titulo de este post induce a confusión o es más bien completamente falso. En fotografía no se encontrarás ninguna lista con principios que puedas seguir a rajatabla para conseguir una perfecta composición de una toma.
La composición en fotografía se ha definido como la forma “más vigorosa de ver”, aunque casi siempre que hablamos de ella hablamos de principios de la composición. Pero realmente como se aprende a componer de verdad es fotografiando sin parar. Estudiando los resultados. Y volviendo a fotografiar. Con el tiempo la composición se vuelve más instintiva, casi la incorporamos a nuestra mirada de fotógrafo. Uno de los padres, el fotógrafo americano Edward Weston lo explicó claramente: “consultar las reglas de la composición antes de fotografiar es como consultar las leyes de la gravitación antes de dar un paseo”.
Aunque con esto no queremos decir que la composición no tenga importancia en la fotografía, sino que no debe controlar el pensamiento del fotógrafo antes de disparar. La composición o el diseño de la imagen es decisiva y ocupa gran parte del resultado final de la fotografía como resultado visual.
Aunque hay conceptos y principios aceptados como el equilibrio, el contraste o la proporción, estos son aplicados normalmente a la fotografía ya acabada. Podemos adoptar una serie de orientaciones y estrategias que nos ayudarán a tener un resultado más elevado de nuestras fotografías, hacerlas más interesantes o más equilibradas. Pero siempre teniendo en cuenta que la fotografía es un arte de expresión individual y que no debe en ningún momento regirse por reglas calculadas. Y como siempre decimos, las posibles reglas están para saltárselas.
La sencillez
Se dice que la clave de una imagen impactante es la sencillez. Con esto no queremos decir, que todas las fotografías deban ser un tratado de simpleza, pero si que todos los elementos que se expongan deben de aportar un discurso coherente. Hay que estar atentos a todos los elementos que puedan distraer la atención de la idea principal. Esto es, evitar los elementos que compiten con el enfoque narrativo principal de la toma. Fondos demasiado animados, presencias extrañas prescindibles, etc …
Un centro de atención
Toda toma debe tener un centro de interés, aun en escenas donde hayan más de un elemento (objetos, personas, animales, etc …). Tiene que existir un hilo conductor o un interés común que nos organice a todos los integrantes de la escena. Esto se puede conseguir, o bien a base de disposición en el espacio de la escena, o bien a base de interacción con los elementos de la escena.
El centro no tiene porque ser el centro
En todas las artes gráficas existe la llamada regla de los tercios, que es una forma de composición para ordenar objetos dentro de una imagen. Si dividimos la imagen en 9 partes diferentes, utilizando para ello dos líneas imaginarias y paralelas de forma vertical, y otras dos iguales de forma horizontal, se podría decir que los puntos de intersección de estas líneas son los puntos fuertes de composición de la imagen. Son los puntos donde debemos colocar la atención de la escena. Y no el centro geométrico como podríamos llegar a pensar. Debemos evitar colocar toda la atención compositiva en el centro de nuestro objetivo. Hay que experimentar, forzar la composición e inclusive llevarnos la atención a los ángulos de la escena.
La simetría potencia la fuerza
Aunque la regla de los tercios es casi siempre un valor seguro a la hora de componer, nos podemos encontrar casos como elementos simétricos que nos pidan que aumentemos la fuerza compositiva centrándolos en la escena. Lo que decíamos, las reglas a veces están para saltárselas.
Las líneas dominan
Una linea dominante en una escena es un elemento división, es un elemento muy potente compositivamente ya que nos ayuda a conducir la mirada. Las líneas dominantes son de gran valor porque nos establecen puntos de interés. El horizonte, una carretera que cruza la escena, un río, unas escaleras, son elementos que actúan a modo de esqueleto visual en la escena. Aunque la línea dominante no debería partir en dos mitades la fotografía. La división en tercios es más sugestiva al ojo humano que la división en mitades o en cuartos. Como ya indicaban los antiguos griegos, la proporción perfecta es la llamada sección áurea, aproximadamente 3/5.
El fondo no siempre nos ayuda
Cuando vamos a tirar una fotografía estamos ocupados con los aspectos técnicos, aperturas, enfoque, velocidades, etc … y en ocasiones nos olvidamos del fondo. Una vez observado el resultado atendemos a que hay elementos en el fondo que nos molestan compositivamente hablando. Lo que casi siempre funciona es simplificar, no eliminar completamente el fondo, pero si el simplificarlo. Es importante analizar si lo que tenemos en el mismo nos va aportar algo a la escena o bien nos va a restar. Nos va a distraer la atención del motivo expresivo principal. Para no dejarnos invadir la escena con demasiados elementos de los existentes en el fondo, podemos jugar con la profundidad de campo o bien jugando con la distancia al objetivo a fotografiar. Muchas veces es interesante cambiar el ángulo de enfoque, encuadrar desde abajo hacia el cielo o bien desde arriba.
También es importante prestar atención a las relaciones tonales entre el sujeto a fotografiar y el fondo. Claro contra oscuro hace que la escena gane en intensidad.
Como podéis ver dentro de la composición existen algunos “principios” que nos pueden ayudar a la hora de realizar una fotografía equilibrada y con intensidad. Pero son solo ayudas, que no reglas. En una expresión visual e individual como la fotografía nada debe tener reglas, más allá que la que uno se autoimponga. Y como decía el gran Groucho Marx, “… estos son mis principios y sin no te gustan… tengo otros !” ;)
