Alberto García Alix (1956) es una amalgama de motos, drogas, retratos y autodidactismo reflejado en un talento que todos reconocemos. El fotógrafo español ha sabido plasmar como nadie la realidad social de su época, pues ha sido especialmente agudo en la década de los ochenta y la Movida madrileña. Superada la resaca su obra se ha serenado, como su carácter, lo que le valió el Premio Nacional de Fotografía en 1999. Pero su visión rebelde y crítica sigue estando intacta y se plasma en cada fotografía que incide en quien la observa, considerando al García Alix fotógrafo como un miembro más de la familia.

Pocos intuían que Alix acabaría haciendo de la fotografía la columna vertebral de su vida. Todo apuntaba a que se dedicaría al mundo de las motos, disciplina sobre la cual mostró aptitudes. Pero esta orientación cambió cuando sus padres le regalaron una cámara fotográfica. Precisamente, fue el entorno de las dos ruedas el que marcó sus inicios fotográficos, aunque con mucho coraje y poca técnica.
Alberto García Alíx - fotógrafo
Siempre se negó a una formación académica, a pesar de sus cameos con la universidad en Derecho y Periodismo, estudios que nunca llegó a finalizar por pasar el tiempo encerrado en un estudio fotográfico gracias a su amigo y compañero de piso Fernando Pais, fotógrafo profesional que contaba con un estudio en casa. Este laboratorio fue el primer hecho que marcó la vida de Alberto García Alix, permitiéndole iniciarse en el mundo del revelado y comenzar su formación autodidacta basada en la prueba y el error.

Esta misma metodología le empuja a adentrarse en el mundo de las drogas, ya que son esas cuatro oscuras paredes los primeros testigos de su adicción a ellas. Una relación amor-odio que le acompañó durante los años ochenta y más de la mitad de la década de los noventa y coincidió -¿crees que es una coincidencia?- con su cima profesional.
Alberto García Alíx - fotógrafo
En esta etapa, surge su pasión por los retratos y esa necesidad de confrontar al espectador con los sentimientos del protagonista. Destaca la ausencia de filtros y cómo muestra las facciones más austeras. Algo arduamente complicado en personajes como Pedro Almodóvar o Camarón de la Isla. Dichos rasgos se ven acentuados por el uso constante del blanco y negro, gama cromática que marcará su extensa obra.

Sus constantes viajes son el segundo hecho que marcará su vida. Unas veces por amores imposibles, como el que le llevó a Portugal en su juventud y le ayudó a retratar las consecuencias de la Revolución de los Claveles en el país vecino; o sus aventuras en París, donde finalmente consiguió romper sus lazos con las drogas y engancharse al retrato de la vida parisina.

Actualmente, vive una rebelde madurez, comprometida con las causas sociales, que sigue analizando desde el retrovisor de su moto y su obturador.

Alberto García Alíx - fotógrafo

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